Edward Smith, capitán del Royal Mail Steamship Titanic, aquel recordado transatlántico que se hundió al sur de las costas de Terranova en 1912; y Francesco Schettino, capitán del Costa Concordia, el crucero que naufragó el último 13 de enero en las costas de la isla italiana de Giglio, se encontraron en la historia y se hicieron tristemente célebres en el expediente marítimo. Nada hace parecer que los dos accidentes que protagonizaron estos dos marinos a causa de su negligencia tengan cierta similitud o nexo místico. Pero ahondando en datos, documentos y testimonios, las rarezas y semejanzas comienzan a confluir para que el lector, de ahora en más, desconfíe y se esmere por asegurarse que en su escapada Buenos Aires-Colonia en Buquebus, no haya conexión alguna con los hechos próximos a detallar.
"No querría estar en el lugar del comandante del Titanic, obligado a navegar en el océano entre los icebergs. Si en esta profesión se llegara a crear una situación de esa magnitud, el comandante debe tener todo bajo control y estar donde es necesario", declaraba en 2010 en una entrevista casi premonitoria con la revista checa Dnes, Francesco Schettino, capitán del, hasta hoy semihundido, crucero costa Concordia, producto de una mala maniobra y una posterior colisión contra una placa rocosa en las costas de la Toscana, Italia. Si bien este accidente, en cuanto a número de víctimas fatales, ni se le aproxima al del Titanic en 1912, no es por eso menos catastrófico ni imprudente.
Veamos algunos datos interesantes: las pérdidas económicas del accidente del 13 de enero son enormes, sin tener en cuenta las consecuencias ecológicas y las próximas demandas judiciales de los pasajeros. Aunque todavía a raíz de las circunstancias no pudo sacarse un cálculo especifico, el número rondaría los 100 millones de dólares. Más atrás en el tiempo, se confirmó que las pérdidas totales a causa del hundimiento del Titanic fueron de 150 millones de dólares actuales (recordemos que este accidente tuvo un saldo de 1523 muertos). En cuanto a la seguridad, se constató que en ninguno de los dos barcos hubo una buena organización por parte de los grupos de tripulantes, encargados de permitir una correcta evacuación para acceder a los botes de emergencia. Por último, un dato más que curioso: ambas naves naufragaron al encallar con una diferencia de casi cien años exactos (15/04/1912 - 13/01/2012).
Alejándonos de fechas y números por un momento, se conoció una historia que salió a luz en estos días y que avivó aún más el vínculo entre estos dos gigantes de altamar. Valentina Capuano, una de las sobrevivientes del hundimiento del Costa Concordia, expresó que su abuela, María, fue pasajera en el Titanic y, milagrosamente, al igual que ella en el crucero, salvó su vida de las profundidades marinas. Sin embargo, su tío abuelo, Giovanni, no corrió la misma suerte y murió en aquel naufragio de 1912. “Fue como revivir aquella historia que a menudo me contaba mi abuela”, expresó Valentina que logró evacuar el crucero de forma exitosa al igual que su novio, el hermano de éste y su esposa. Y agregó: "Ha sido terrible. Todavía estoy en estado de conmoción. Lo que ha sucedido me sigue produciendo taquicardias y un fuerte estado de agitación".
Directores, productores y guionistas de Hollywood y Bollywood: a tomar nota para un posible rodaje de esta historia que todavía no tiene fin y parece ser emocionante desde el comienzo. Según el testimonio de Yannick Sgaga, un pasajero suizo que sufrió aquella odisea como tantos otros de los 4234 del crucero Costa Concordia, durante la última cena a bordo sonó la canción “My Heart will go on”; aquella categórica melodía con voz de Celine Dion que se hizo célebre por el film “Titanic”, producida por el productor James Cameron.
Por último, una confrontación con ánimo de reflexión: mientras que el 15 de abril de 1912 el inglés Smith se ubicaba a la cabeza de la evacuación del Titanic gritando a viva voz “mujeres y niños primero”, hasta que ya no quedaran botes salvavidas y sea él el último en abandonar el transatlántico; Schettino, hace unos días, escapaba del Costa Concordia y de sus responsabilidades como líder de la embarcación italiana con una impunidad que produjo la ira de distintas autoridades marinas del mundo. “Los capitanes tienen el deber de quedarse en su barco hasta que ya no haya ninguna esperanza. Si se van antes, todo se desmorona. Me siento avergonzado por lo que hizo esta persona”, dijo Jim Staples, un capitán estadounidense con 20 años de experiencia surcando los mares del mundo.
Actualmente, son 17 las víctimas fatales y 15 los desaparecidos a raíz del hundimiento del Costa Concordia. El capitán Francesco Schettino está acusado de homicidio involuntario múltiple, abandono de nave y naufragio por el accidente del crucero. Aquel mismo capitán que hasta hace unos días declaraba muy seguro de sus palabras: “No abandoné el barco. Me caí en un bote salvavidas”
Y siguiendo con las coincidencias... meses atrás, el Costa Concordia fue escenario de una sesión fotográfica que evocaba aquel primer viaje realizado por el Titanic, tras cumplirse 100 años de su hundimiento.
ResponderEliminarMuy buena comparación. Aguante el capitán Schettino!
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