A más de 70 años del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, son varias
las teorías y los rumores que aseguran que el genocida y antisemita más grande
de la historia, Adolf Hitler, descendería directamente de raíces judías por
parte de su abuelo. Según expertos, esto luego desembocó en un profundo odio
del caudillo germano para con aquel pueblo, para que más tarde se transformase en el
principal promotor de aquella inexplicable matanza que hoy todos conocemos como
el Holocausto.
La historia comienza de la mano de Maria Anna Schicklgruber, abuela de Adolf Hitler, quien trabajaba en Vierna como cocinera en la mansión de una familia judía rica de apellido Frankenberger. El 7 de junio de 1837 dio a luz a Alois, quien luego sería el padre de Adolf Hitler, fruto de lo que pareció ser una relación carnal con un integrante de aquella familia, más precisamente, con el barón de Rothschild.
En 1930, Hitler recibió una
carta de un pariente que lo amenazaba con revelar los orígenes de su familia;
por lo que más tarde, Hans Frank, abogado del jefe del Tercer Reich y
posterior gobernador de Polonia, llevó a cabo una investigación encomendada por el
mismísimo Führer a raíz de las continuadas sospechas y dudas acerca
de su proveniencia. Hitler quería asegurarse de no ser parte de aquel pueblo
que aborrecía. De acuerdo a aquella investigación, años más tarde, en el marco de los Juicios Nüremberg y antes de que le llegase su hora de la mano de la horca, Frank expresó algunas palabras en base a la
supuesta descendencia judía de Hitler. Veamos una parte de su declaración: “Schicklgruber trabajaba para una familia judía llamada Frankenberger
cuando dio a luz a su hijo (esto debería leerse “cuando ella quedó embarazada”).
En ese momento, Frankenberger pagó a Schicklgruber en nombre de su hijo, entonces sobre diecinueve años, un complemento de
paternidad desde el momento del nacimiento del niño hasta su décimocuarto año.
Hubo siempre una correspondencia entre esos Frankenberger y la abuela de
Hitler, cuya pauta general era el conocimiento común no expresado de los
corresponsales de que el hijo de Schicklgruber había sido concebido en
circunstancias que responsabilizaban a los Frankenberger a pagar una prestación
por paternidad”. En sus memorias desde la cárcel, Frank, que era oriundo de la
ciudad de Colonia, se encargó de agigantar este mito dejando por escrito y expresando que Hitler sabía de lo ocurrido con su abuela en el siglo XVIII
porque también se lo habían contado sus padres, pero negaba que su abuelo fuera
judío ya que aseguraba que, como su
abuela y su posterior marido (Johann Georg Hiedler) eran de
la clase más baja de la sociedad, habían engañado al barón de Rothschild haciéndole creer que era
el progenitor para que pagara inocentemente por la mantención de la criatura.

Alois, padre de Adolf Hitler
En 1876, Alois en compañía de tres testigos,
presentó un protocolo de legitimación ante un notario de Weitra para cambiar su
apellido. Declaró también que reconocía a Johann Georg Hiedler como su padre. Allí,
inexplicable y misteriosamente hasta el día de hoy,
el apellido de Alois era cambiado de Schicklgruber a Hitler
en honor a su padre, que había muerto hacía 20 años (recordemos que en esos
tiempos la grafía de los apellidos patronímicos no era fija).
Ian Kershaw, un historiador
británico altamente destacado por sus biografías de Hitler, señaló otras
teorías provenientes de la primera mitad del siglo XIX. “A principios de la década del
20 circularon rumores por los cafés de Münich que fueron fomentados por el periodismo
sensacionalista de la prensa extranjera durante la década del 30. Se decía que
el apellido `Hitler´ era judío, y que `quedaba al descubierto´ que los orígenes
de Hitler podían remontarse hasta una familia judía de Bucarest apellidada Hittler”.
Sí, con doble T. *(ver
nota relacionada al final).
Con el correr de los años, distintos historiadores y sobre todo organizaciones
de ultraderecha, se encargaron de desmentir los testimonios de Frank acerca del
misterioso árbol genealógico del mayor dictador que ha dado el planeta Tierra.
Pero, la pregunta es: ¿Por qué Hans Frank
inventaría una historia así? ¿A dónde quería llegar con semejantes
declaraciones horas antes de su condena a la horca? Más dudas que certezas en este
mito que tiene como esencia el colmo de los colmos de la historia de la
humanidad: un Hitler con sangre judía.